Beatriz O.
Vívidamente recuerdo el día sábado 30 de abril del 2022, creí que sería una entretenida reunión familiar, como tantas otras; sin embargo, ese día mi vida dio un giro total, ya que me enteré, junto al resto de mi familia, que mi sobrina había sido abusada por el marido de mi hermana, a sus tiernos 11 años. Hoy, mi sobrina tiene 32 años; tardó 20 años en tomar el valor de contarnos.
Después de esa develación, vino el proceso de duelo con todas sus etapas: la negación, la rabia, la depresión y la aceptación y, con esta última etapa, había llegado el momento de buscar ayuda.
Llegué a la Fundación La María con la esperanza de encontrar ayuda profesional y a otras personas que me acogieran en mi dolor y desorientación. Buscaba con ahínco, casi con desesperación, el consuelo y apoyo de otras víctimas. Necesitaba que alguien me dijera que se podía seguir adelante, aun cuando tu familia se hubiera roto en mil pedazos.
Entré a mi grupo de apoyo de Personas Significativas en agosto y encontré justo lo que buscaba; personas que también necesitaban herramientas para sobrellevar esta cruel realidad y para poder apoyar a mi sobrina (aunque a veces creo y siento que ella me apoya más a mí que yo a ella).
Encontré a dos terapeutas maravillosas, empáticas, delicadas y respetuosas, contenedoras, pacientes y dedicadas. Escuchar otros relatos y conocer otras experiencias me dieron, en cierta forma, paz, entendimiento y la absoluta certeza de que, a veces, al conocer otras realidades te das cuenta de que tu experiencia es menos terrible que las otras. Después de los tres meses de terapia, decidí que debo continuar de la manera más positiva posible.
No elegimos los acontecimientos de nuestra vida; cuando nos Toca algo negativo, la diferencia radica en cómo nos enfrentamos a las tragedias y tengo la convicción absoluta de que voy por el camino correcto para sanar.
Finalmente, quiero decir que entendí que estos brutales hechos deben visibilizarse, jamás ocultarse; jamás se debe estar en el camino del medio, o le crees a la víctima o le crees al victimario. Aprendí a tener más cuidado, a cuidar, a observar, a escuchar. Aprendí a no tener culpa, ya que no sirve, no aporta. Me quedo con mi gran fortaleza interna. Me quedo con la dicha de haberle creído, sin un atisbo de duda, a mi Sobrina. Estaré con y para ella por el resto de mi vida.